En
Las ciudades invisibles, Italo
Calvino, autor de obras como El barón
rampante o El caballero inexistente, nos
presenta una serie de conversaciones entre Marco Polo y Kublai Khan, emperador
de los Tártaros, en las que el explorador va describiendo diferentes ciudades
imaginarias con la intención de que éste logre conocer su vasto imperio.
Las
ciudades en sí son una serie de poemas en prosa donde se hace énfasis en que,
para que haya verdadera comunicación, debe haber entendimiento y complicidad
por ambas partes.
También
son una reflexión sobre el hecho tan antinatural a priori de vivir en ciudades
y como éstas van evolucionando hasta consumirlo todo (“megalópolis”).
El
argumento brilla por su ausencia tal y como reconoce el autor, ya que son
creaciones y reflexiones en momentos distintos y separados en el tiempo
Marco polo
afirma que muchas ciudades se parecen y que esto es porque simplemente cambian
algunos de los compuestos de sus elementos. De esta forma presentaba nuevas
ciudades al emperador, o éste las describía sin conocerlas porque comprendía
que todas eran iguales y estaban conectadas y al mismo tiempo eran diferentes y
alejadas unas de otras.
Calvino
presenta la creación y evolución de la ciudad como una metáfora de la
transformación del hombre y una reflexión sobre el camino
emprendido y las metas conquistadas, conocer el pasado para enfrentarnos al
futuro y despreciar las “ramas secas”
(futuros no realizados).
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